
Beijing: Donde el pasado milenario abraza la modernidad
Beijing: Donde el pasado milenario abraza la modernidad
Beijing no es una ciudad que se conoce de una sola vez, puedes ir varias veces y no se termina de conocer. Siempre te recibe con una nueva cara, una nueva energía, un rincón que permite siempre mirarla con otros ojos, y una mezcla cautivadora de historia imperial, colores en cada rincón, sin dejar de lado un poco de caos urbano y una energía que se respira en cada esquina, hay que estar ahí para poder entenderlo. Y eso es justamente lo que la hace tan fascinante a China.
Beijing no es una ciudad que se explique, es una ciudad que se siente, al igual que cada rincón de Asia, aunque la energía de cada uno es diferente. Caminar por la Ciudad Prohibida, con sus techos dorados, pasadizos infinitos, es como retroceder varios siglos. Es casi imposible no cerrar los ojos por un momento e imaginar a los emperadores cruzando esos patios en completo silencio, rodeados por la majestuosidad de la dinastía Ming, esto gracias al excelente guía que nos acompaña en cada viaje, quien con cada palabra de sus explicaciones hace que nuestra mente viaje y nos ubiquemos en la época, eso sí, cuando se visita este lugar es necesario un calzado cómodo, las distancias son largas y como todo sitio turístico hay bastantes personas, sin embargo es tan grande que la gente se diluye y permite recorrer la ciudad libremente.
Ir a Beijing, es sinónimo de grandeza y esto queda plasmado recorrido la imponente Muralla China, una experiencia que aún no logro procesar del todo, puede sonar redundante, sin embargo, estos lugares tienen una vibra única la cual es imposible de describir, no hay manera que las fotografías, videos o letras puedan plasmar la sensación de inmensidad que se siente allí. Tuve la oportunidad de recorrer algunos kilómetros, y puedo asegurar que cada metro recorrido y cada bocanada de aire, valió la pena: el paisaje, la historia, la magnitud de esa obra humana que atraviesa montañas y siglos, es impresionante caminarla y entender el lugar que estas pisando en ese instante.
Ahora bien, para mi es parte fundamental en cada viaje la comida, y en Beijing fue como abrir una puerta a otro universo de sabores. Tiene algunas similitudes a la comida "china" que normalmente conocemos en casa, sin embargo, evidentemente el sabor es más concentrado y a mi gusto más rico, por las especies que utilizan. Acá tuve la oportunidad de degustar el famoso pato pekín, es crujiente por fuera con un crunchy delicioso, jugoso por dentro y se sirve en una tortilla de arroz, con cebolla y una salsa similar a la de ostión, simplemente una locura. También es posible para los más animados probar cosas un poco más exóticas como brochetas de escorpión, de serpiente, gusanos y una variedad enorme de distintos seres de la creación.
Lo que más me gustó de Beijing fue su capacidad para convivir con sus polos opuestos. Por ejemplo a una cuadra de un templo se pueden encontrar centros comerciales futuristas, estaciones de metro que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, y años luz de lo que encontramos en este lado del mundo.
Es una ciudad donde lo antiguo no se esconde ni se reemplaza: se honra y eso es de admirar. Y lo moderno no se impone, se mezcla. Esa dualidad la hace inolvidable y fascinante.
Beijing me enseñó que viajar no es solo moverse, es transformarse. Cada paso por sus calles, cada gesto de su gente, cada plato que probé me conectó con una cultura que, aunque distinta, me hizo sentir curiosamente cerca.
Ahora bien, no todo es perfecto, en China en general es necesario estar acompañado de un guía, son muy pocas las personas que hablan inglés y prácticamente toda la rotulación, menús, y demás está en chino, aún y con traductores es algo difícil la comunicación. Pero fuera de eso, es de los lugares que definitivamente hay que conocer.
Si alguna vez soñaste con Asia, te aseguro que China debe estar en tu lista. Porque hay lugares que se visitan… y otros que te marcan para siempre.
¿Estás pensando en China? Nuestros próximos viajes a estas maravillosas tierras serán en marzo y abril 2026, junto con Japón para disfrutar de la época de sus cerezos en flor.
En mi próximo blog, te contaré un poco más sobre Xi’an y los Guerreros de Terracota.
Un abrazo
Andrea Rojas